Escrito por Silvia Echeverría, Bióloga Marina
Quizás sean pocas las personas que han tenido la oportunidad de subirse a un barco camaronero. Así que lo primero es saber que estas embarcaciones no tienen nada que ver con un yate turístico, ni con un paseo en lancha.
La vida en el barco tiene un aire distinto y la dinámica es única. Los pescadores son un equipo, funcionan articuladamente y cada uno tiene un rol. Claro que yo probablemente me perdí de la dinámica real, por dos motivos, primero, porque pasaba la mitad del tiempo dormida por efecto de las pastillas para el mareo (y la otra mitad vomitando), y segundo, porque siendo mujer y bióloga investigadora a bordo, los muchachos se presentaban lo más corteses y educados que podían, olvidándose de bromas groseras o hasta cuidando su vocabulario. Sigue leyendo